Diumenge passat, 15 de gener, els diaris publicaven el següent titular: ‘La hija de la presa política Sara Majarenas, gravemente herida al ser acuchillada por su padre.’ La notícia redactada pel diari Naiz deia així: ‘Sara Majarenas, presa política natural de Intxaurrondo, e Izar, su hija de casi tres años, viven en la cárcel de Picassent. Este fin de semana la niña salió para estar con su padre, un ex preso social. Ayer el padre acuchilló, al menos, dos veces a la niña.’
La gravetat d’aquest episodi concret ens ha portat a fer una anàlisi més general de la situació que viuen les dones a les presons. En el cas de les preses polítiques basques s’han d’afegir els factors de les polítiques penitenciàries de l’Estat espanyol i l’Estat francès, així com les mesures de dispersió que no són més que mesures d’odi i de càstig que s’imposen a les/els preses i als familiars.
La presó es la representació més cruel de l’heteropatriarcat, la qual ha sigut creada pels homes per castigar els homes. És a dir, les dones han de suportar un càstig doble, ja que, a part de la pena imposada, es troben que ni l’arquitectura ni les directrius de les presons estan preparades per a allotjar-les. En el cas de les dones i persones dissidents, la presó és una eina per reconduir-les, per ensenyar-los (o imposar-los) el camí correcte. L’objectiu de les polítiques penitenciàries és reconstruir dones normatives i això passa per les mil expressions d’opressió que pateixen les dones preses: tallers de costura i cuina, control sobre el seu propi cos i la seva sexualitat, límits per viure les relacions sexo-afectives i la maternitat d’una manera lliure i sana, etc.
Pel que fa al cas de Sara Majarenas i la seva filla, veiem que conflueixen diverses expressions de violència masclista, ja que l’agressor ha fet servir la nena per fer mal a la mare. La filla, la qual ara mateix està ‘estable dins de la gravetat’, farà tres anys el març, edat límit per a les criatures per viure amb les seves mares dins de la presó. Es preveu que la presa basca surti l’abril del 2018, després de complir íntegrament la condemna imposada.
A continuació us deixem una lectura interessant sobre el cas:
Por Izar y por justicia, que liberen ya a Sara Majarenas
Dañar a una mujer a través de sus hijos es una de las manifestaciones más viles y perversas del patriarcado. Si esa mujer se encuentra en prisión, su hija no tiene ni tres años y durante un permiso el padre la apuñala abandonándola al borde de la muerte, la indefensión y la impotencia adquieren grados inmensos y esa acción adquiere un carácter terrorífico. Así ha sucedido en el caso de la presa vasca Sara Majarenas y su hija, Izar. Afortunadamente, el agresor erró y la niña sigue en estos momentos peleando por su vida en un hospital en Valencia, donde madre e hija estaban dispersadas. En estos momentos críticos, ellas y su familia merecen la solidaridad de la sociedad vasca y la diligencia de sus instituciones.
Requieren de una gestión urgente para su liberación por parte de los responsables políticos vascos. Toda la diplomacia institucional que se haga en este sentido y toda la presión social que se acumule impedirán que se agrave más esta situación. Independientemente de estos hechos, Majarenas cumple todos los requisitos que la ley impone para acceder a su libertad. En marzo Izar cumplirá tres años e iba a ser apartada de su madre. De obligarle a cumplir íntegra su condena, Majarenas pasaría alrededor de otro año extra en prisión, alejada de su hija y su familia. Estos son los escenarios que se denunciaron el sábado en Bilbo, los que hay que evitar a toda costa. De lo contrario, el sadismo y la venganza de la política penitenciaria española adquiriría una nueva cota de crueldad e injusticia.
Porque, en justicia, Sara Majarenas y el resto de presas y presos que están en su situación deberían estar en Euskal Herria y libres, incluso según las leyes españolas. Porque, en todo caso, en este momento lo prioritario son los derechos y las necesidades de su hija, dado que ambas han sido víctimas de una agresión machista. Y porque no es normal que un Estado sea tan despiadado, necio e indecente como para no entender y gestionar humanamente un caso así.
Publicat en Naiz, el 17/01/2017